jueves, 7 de abril de 2011

UNA HISTORIA CONTADA POR UN SANCASIMIREÑO


Hace un mes me volví a encontrar con otro panita:  Y, ¿Esa cara? Le pregunté. Te cuento, me dijo: Ayer me fui a la placita de “Santiaguito” pero no pude pasar, parece cerrada desde su inauguración. Pero eso no es el tema. Fíjate que decidí caminar  por una de esas calles. Me metí en una bodega y me tomé un juguito. Habían dos señoras de la tercera edad  con sus rostros entristecidos, desanimadas,  no pude contenerme y les pregunté: abuelitas, ¿qué les pasa? ¿Tienen algún problema? ¿Las puedo ayudar? Entonces me contestó una de ellas: No, mijo, no se preocupe, ya a nuestra edad estamos esperando a la pelona;  no tenemos ni fuerza para seguir luchando. Ya hemos dado todo lo que teníamos que dar. No diga eso, señora, ustedes aún pueden dar mucho. Entonces la otra abuelita me dijo: le voy a explicar: aquí nosotras hemos ido no se cuantas veces allá donde atienden a nosotros los viejitos,  usted sabe, pa la pensioncita del INASS, pero, cada vez que vamos allá, nos dicen no ha llegado o que nuestros papeles no se encuentran. ¿Se da cuenta, señor, por qué estamos así?. El corazón se me partió cuando oí aquellas abuelitas con sus ojos tristones contarme aquella injusticia. Y me pregunté: ¿de quien será la culpa? No quiero culpar a nadie pero, he visto abuelitos que se los lleva Papa Dios para darles allá en el Cielo su pensioncita….Y se me apretó el pecho….Y me dije: existe una ley llamada LEY DEL ADULTO MAYOR que protege a esas personas. ¡Hay  que atenderlas de inmediato!!…. Salí de allí y me pregunté que podría hacer yo por esas abuelitas? ¿Luchar contra el burocratismo? Y, se me cruzaron por la mente muchas preguntas: ¿será que como no son de color rojo rojito no califican para otorgarles  su pensión? ¿será que como no pueden “pagar” para que le agilicen sus pensiones las excluyen? O, ¿esas pensiones se las dieron a los familiares de los funcionarios? Pero claro, estas son meras especulaciones. Hermano, quisiera que se formara una comisión que saque la mano por nuestras abuelas. No puede ser que exista tanta indolencia. Démosle un poco de alegría antes de que se nos mueran.

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